17 de noviembre de 2015

Para estar en la redes sociales

ESCRIBIR,

DECIRLO BIEN,

SABER LO QUE SE DICE

ortografia

La lectura de ciertos textos en Internet, principalmente en redes sociales o chats, me produce un cierto desasosiego por la calidad de la escritura. Me gustaría que todos escribieran con un mínimo de respeto a las reglas de la ortografía; y con un conocimiento más exacto del significado de las palabras. No hace mucho, mencioné la necesidad de tener en cuenta la semántica... y quedó desvelado que alguno desconocía el propio significado de la palabra definitoria de la materia.

Claro que no vamos a defender que los que hagan faltas de ortografía dejen de escribir. Eso equivaldría a negarles su participación en la sociedad con su opinión, y eso es un derecho que lo tenemos todos. Por lo tanto, lo que deseamos es que, ahora que tienen abierto el espacio para comunicarse, lo hagan; pero quisiéramos que eso fuera con un mínimo de dignidad expresiva, para poder transmitir lo que dicen a todos los que les lean.

A veces, una corrección oportuna a un error, desata una tormenta de respuestas airadas, y de contestaciones no menos airadas. Los que escriben mal se sienten ofendidos y despreciados, protestan, y la réplica deviene en mayores desprecios y exclusiones categóricas.

Por todo ello, hemos pensado en en crear un pequeño acervo de consejos, muy breve, muy ligero, muy poco comprometido, muy fácil de seguir. Con estas pocas indicaciones, y una ligerísima práctica al alcance de todo el mundo, algunos podrán mejorar en su escritura, haciéndose inteligibles para todos, sin que nadie se atreva a provocar su rubor resaltando sus defectos al expresarse.

Elementos materiales que necesitamos. El ordenador que, por su presencia aquí, ya suponemos que tienen todos y, además saben manejarlo. Otra sustanciosa necesidad es el diccionario. Recomendamos el de la Real Academia Española, o bien, el clásico de los periodistas de siglo pasado, el Diccionario Ideológico, de Casares. No aconsejamos uno, que la habilidad del mercado ha colocado en primer plano, el Diccionario de uso del español, por María Moliner, dado que estimamos que contiene algúnos errores. También se puede buscar el enlace del Diccionario de la RAE y tenerlo disponible en el PC.

Más instrumentos sencillos: un bloc de papel y un lápiz, bolígrafo o pluma estilográfica. Y ahora viene lo bueno: necesitamos libros, preferiblemente de autores españoles, escritos en español, y no traducciones de autores extranjeros. Algún libro de literatura clasica y, como no, “Don Quijote de la Mancha”. Hay ediciones muy baratas y se pueden obtener gratis como libros electrónicos, aunque para manejo de aprendizaje convienen más en papel.

Ya sabe casi todo el mundo que “detentar” no significa desempeñar, sino “desempeñar injustamente”; que “punto álgido” no es sinónimo de punto culminante, sino de lo contrario; que existe “a ver” y “haber”; que “baca” no es lo mismo que “vaca”; o otras muchas diferencias. Ahora nos dedicaremos a manejar unos puntos de vista más personales, más sobre los términos que usamos habitualmente, y los que necesitamos para expresar nuestras opiniones en las redes, y para no liar los adjetivos, con los adverbios o con los participios.

Podemos empezar buscando, en nuestros escritos recientes, las palabras que hayamos escrito con dudas, teniendo en cuenta que, si las hemos obtenido de una locución de la radio, o de una locución o rótulo de la televisión, esto no constituye ninguna garantía de que estén bien dichas o de que sean ajustadas a lo que quieren decir.

Y ahora viene la parte más importante de la práctica:

  • Escribiremos una frase sencilla con la palabra de que se trate.

  • Leeremos e interiorizaremos la frase, poniendo atención en si la comprendemos totalmente.

  • Buscaremos la palabra en el diccionario y, si el significado no se ajusta a lo que pensábamos, escribiremos otra frase que entendamos como correcta.

Este ejercicio se puede repetir cuatro o cinco veces por sesión, siempre con las palabras acerca de las que tengamos dudas.

Otra práctica consistirá en sacar las palabras dudosas del libro que estemos leyendo, repitiendo:

  • Escribir la frase sencilla ideada por nosotros.

  • Ver si el significado es igual al que tiene en el libro.

  • Confirmar con el diccionario el significado.

  • Escribir la misma frase con una palabra más actual si el libro es un clásico.

Repetir la practica varias veces. Continuar leyendo todo el tiempo del que se pueda disponer. La lectura es la cantera de la que va a surgir la piedra que construya nuestras frases y, según vayamos leyendo más, nos apetecerá escribir más, y lo haremos cada vez mejor.

La ortografía es el capítulo más penoso y en el que necesitamos mayor esfuerzo, cuando surja alguna vacilación, deberemos consultarla de inmediato o, radicalmente y de momento, emplearemos otra palabra sobre la que no tengamos dudas. Que una “v” o una “b”, o la posibilidad de una “h”, nos hagan siempre entrar en la averiguación, y evitemos escribir al azar “a ver si hay suerte”.

Últimas recomendaciones: para ganar tiempo podéis usar el “Diccionario de dudas”, de Manuel Seco, y la “Ortografía de la Lengua Española”, de la RAE. Son libros que cuestan el equivalente a unos pocos, pocos cubatas, y sirven para casi toda la vida.

Una vez puestos en marcha, nada nos parará, no tendremos que echar la culpa al traductor, a la prisa, al error de teclado... ni tendremos que montar en cólera cuando el purista del idioma, en lugar de contestarnos al “post”, nos diga que amor no se escribe con “h”.

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