1 de junio de 2011

Nos están tocando los pepinos

pepinos

VERDAD O LEYENDA NEGRA

 

Con los medios informativos que tenemos nunca podremos conocer la realidad de lo que está sucediendo. Todos hablan con boca de ganso, unos obedeciendo a la voz de su amo, otros defendiendo a los que no han sido formalmente acusados, aquellos dando por verdad incontestable aspectos de los que saben muy poco, los de más allá haciendo gala de un patriotismo arcaico que ya lo era antes de la invención de la imprenta.

Los alemanes también pueden equivocarse, y pretenden demostrar que los pepinos salieron de España contaminados. Pero los cultivadores españoles tienen muy difícil probar que las cucurbitáceas salieron de nuestro país en estado de inmaculada gracia.

Si cargamos la responsabilidad a la falta de rigor tradicional, al menos entre nosotros, de los controles sanitarios dudosos, tendremos mucho que callar. Lo mismo que en Alemania, aquí nunca nada es sospechoso hasta que la gente empieza a morir o a enfermar masivamente.

Si nos fiamos de la también tradicional exactitud y seriedad alemana, ya tenemos una pronta respuesta, a toro pasado se puede ser muy serio y riguroso. ¿Como ahora? No.

Que se haga, por lo tanto, un control sanitario en origen y que se registren los datos. No vale una calidad y una salubridad “porque lo digo yo”, o porque el producto tiene “muy buena pinta”.

Y en destino, que se controle la cualidad de salubre de todo lo que se destina al consumo humano, venga de donde venga. Pero sin ideas preconcebidas sobre la procedencia de los países que hayan demostrado unos controles en producción bajo normas internacionales.

Otro capítulo, el de las indemnizaciones. No tiene solamente que determinarlas el quejica consuetudinario, sino los estamentos de control oficiales, manejando los datos reales, que no tienen que ser obligatoriamente los derivados de las “impresiones” a bote pronto de los dueños de las explotaciones.

Y si el pepino salió contaminado, que el agricultor o mayorista, en lugar de cobrar, pague lo que le corresponde. Y sin el responsable es el transportista, o cualquier otro escalón logístico, lo mismo, que sea el que pague.

 


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